El futuro del planeta después del coronavirus
Publicado en30/04/2020
Actualmente, podemos decir que la crisis global sanitaria de COVID-19, es el tema de conversación que escuchamos por todos lados. Tanto en la televisión como en casa, no paramos de hablar de lo mucho que deseamos que esto sea un pasado lejano.
Sin embargo, antes de esta gran crisis de salud, nos enfrentábamos a enormes problemas que, lógicamente, han quedado apartados. Estamos hablando de cuestiones como el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. Y es que ahora, la crisis sanitaria que vivimos y a la que hay que hacer frente con urgencia se entrecruza con una crisis ambiental que, desafortunadamente, llevamos arrastrando desde hace años.
En estos días en los que estamos constantemente pendientes de las redes sociales y de la televisión, se han filtrado mensajes positivos que demuestran que, dentro del caos, la naturaleza respira: hemos visto cómo el miedo salva a los animales salvajes del tráfico ilegal, cómo estos empiezan a abrirse camino en las grandes ciudades y puertos marítimos, cómo los canales de Venecia han recuperado unas aguas transparentes a las que ya han vuelto a habitas los peces y hasta podemos ver el Himalaya desde la India por primera vez en 30 años.


Cómo también se ha visto, en China, Europa y España, el confinamiento y la minimización de las actividades comerciales y el transporte han supuesto una disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero, sobre todo de la industria y del transporte por carretera. Este hecho, hasta se puede ver reflejado en la salud de las personas que habitan en estos núcleos, normalmente sometidas a altos niveles de contaminación.
En el corto plazo, esto parece una buena noticia, pero…
Hemos perdido la “última oportunidad” para hacer frente al cambio climático
El año 2020 estaba marcado como el momento decisivo para la lucha contra la emergencia climática, pero la pandemia que se extiende por el mundo ha puesto en jaque a los diferentes gobiernos y ha dinamitado un calendario que, de por sí, se presentaba ajustado. La ciencia lleva años advirtiendo de la urgencia de actuar y esta, según los expertos, era la última oportunidad para conseguir planes nacionales e internacionales enfocados en la descarbonización de la economía y la mitigación de la crisis climática.
Los problemas ambientales del efecto rebote
Deducimos que la salida de la cuarentena no será paulatina, ya que la gente tiene muchas ganas de hacer todo lo que no ha podido durante estos días. Entonces se producirán picos en el consumo de bienes y servicios. Estos desencadenarán una emisión masiva de GEI y compuestos contaminantes en un modelo de producción y consumo todavía fundamentado en el uso de combustibles fósiles. El repunte de emisiones podría incluso compensar la reducción registrada durante la etapa de confinamiento, por lo que todo lo que hemos conseguido no habría servido de nada.
Si disminuye la biodiversidad, aumentan las pandemias
Hace poco más de una década, los científicos alertaron de que la pérdida de biodiversidad sería un catalizador para la expansión mundial de virus y enfermedades infecciosas, ya que la variedad de animales y plantas actuaba como un escudo protector.
Según las investigaciones de expertos de universidades de Princeton y Cornell y del Bard College (Nueva York), las especies más proclives a desaparecer son precisamente aquellas que amortiguan las enfermedades infecciosas. «Si se protege la biodiversidad, se puede reducir la incidencia de gérmenes patógenos establecidos», concluían los investigadores en un artículo publicado en la revista Nature en 2010.
Proteger la biodiversidad en el mundo que se configure tras la pandemia será clave para evitar que la situación se repita en un futuro aún incierto. «Lo que estamos viviendo no es un paréntesis de unas semanas. No volveremos a la calle y todo será igual: ahora mismo se está configurando una nueva sociedad. Debemos hacer un análisis de la situación y ser conscientes de que esa debilidad ambiental nos ha hecho más vulnerables. Si lo hacemos, la conclusión inmediata es que las nuevas sociedades tienen que basarse en la generación de un modelo más sostenible que a la vez nos haga más resilientes, que es aquel que nos hace más fuertes para evitar que se repitan pandemias como esta. Y eso pasa por repensar el modelo económico en clave de sostenibilidad», advierte Monge.


Detrás de los titulares que intentan ver el lado menos malo de una pandemia que se ha cobrado miles de vidas –contador que sigue subiendo según avanzan los días– se esconde un análisis más profundo que, probablemente, necesite años para poder verse en perspectiva.
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